viernes, 8 de julio de 2011

Días casi perfectos

Asumamos que un día son 24 horas (de hecho, son 23 y pico, pero esas son sutilezas que sólo le interesan a los vagos), y tomemos que el día comenzó ayer poco antes del partido. En ese momento, estaba muy feliz todavía por la aparición milagrosa de mi Cachito y sentía que nada podía arruinarme el día.
Lastimosamente, y como todos saben, la Adivinación está dejando de ser mi fuerte, así que mi día se arruinó. ¿Cómo? se preguntarán. Sencillo: La Selección boliviana no podía haber jugado peor su partido de ayer. Perdimos, fue un desastre absoluto y si no le ganamos a Colombia por dos goles el domingo, podemos irnos despidiendo de esta Copa. Lo único bueno del partido fue la super atajada de un penal que hizo el arquero boliviano, Arias. En general suelo desconfiar de sus habilidades, pero eso me dejó con la boca abierta.
Después de eso, la cosa se puso un poco más fea por las perspectivas de tener que salir temprano de mi amada camita para ir a la televisión para una entrevista con el Club. Merlín sabe que odio que las cámaras me apunten. Me gustaría decir que las cosas de ahí se pusieron algo mejor, pera para eso faltaba unas horas más: mi mamá, ni bien acababa yo de llegar a casa, me sale con que hay que llevar al Cachito otra vez a la otra casa.
Me puse de un humor que podía haber matado a Medusa de una mirada. ¿Qué esperaban? No creo que a nadie le guste sufrir por su perro una semana y, justo cuando ya cree que todo está donde tiene que estar, viene tu mamá a tratar de descompaginarte el mundo. De todas formas, e increíblemente, mi papá salió al rescate de la situación y, después de unas negociaciones y aportes de soluciones de mi hermana Tef (no vuelvo a criticar su lealtad), se decidió que los dos perros se quedan acá. Claro, tendré que limpiar las ograciosadas que hagan en el patio, sacarlos a pasear y bañarlos cuando mejore el tiempo, per eso es lo de menos.
Así que, mi única fuente de alegría este día fueron los perros. Como dijo alguien que no me acuerdo: Más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.

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