sábado, 2 de julio de 2011

Pequeñas alegrías frente a las grandes tristezas

Como se imaginan, mi Cachito sigue sin aparecer y yo me mantengo en mi teoría de que los inquilinos le hicieron algo. Lo grave es que ese "algo" se convierte en cosas cada vez más feas a medida que pasan las horas y aumenta el frío. Van dos noches seguidas que tengo pesadillas con las cosas que podrían haberle pasado, estoy terriblemente asustada (aunque suene casi ridículo decirlo de esa forma). Llevo tres días caminando como judío buscándolo...y si de paso me canso lo bastante como para tratar de dormir sin sueños, lotería.
Creo que lo único bueno de ayer fue el partido. Copa América y huevas, si no fuera porque BOlivia participa, me valdría un rábano. Como siempre, tenemos una mala pata que raya lo novelesco: el equipo más débil, el peor, el que acaba de 9° (en una lista de diez) en las Eliminatorias al Mundia, le toca jugar el partido inaugural contra la todopoderosa Argentina, equipo lleno de estrellas deportivas y huevas. Haciendo una comparación, La selección gaucha cuesta como 144 millones de dólares...o una burrada por el estilo, mientras que la boliviana vale apenas 14 millones. Messi podría comprarse a la selección con su sueldo.
Nuevamente, nadie esperaba que fuéramos a ganar ni nada cercano. Una derrota pura y dura era lo que aparecía en la mente de todos. Al parecer, no contábamos ni con Quinteros ni con su astucia y su plan sencillo y claro: defensa ordenada. Cierto que no se puede esperar ganar jugando a la defensiva, pero en algún momento y sin salirse del plan, BOlivia empezó a presionar más allá de su cancha y el juego de estrellas de Argentina se fue por un tubo.
No ganamos, pero empatamos y les arruinamos la fiesta a los gauchos que juraban que ya se habían metido el partido y la Copa en un bolsillo. ¿Acaso hay algo mejor que eso?

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