jueves, 26 de marzo de 2009

Llegando a la Centena

Había pensado que tenía que hacer algo super importante para mi entrada número 100 en mi blog (es que es una entrada especial), pero la verdad es que esta mugre pieza con la que me ando peleando me ha comido el poco cerebro que me quedaba después de sobrevivir a 17 años de educación (quién diría que son tantos...resulta que he sido libre sólo 6 años de mi vida, horror!) y aunque traté de pensarlo mientras escribía y borraba notitas, no se me ocurrió nada muy creativo.
Así que, queridos saltamontes, recordemos que suelo hacer cuando me quedo sin ideas para escribir y digo para mí misma " con tal que es mi blog y pongo lo que me da la reverenda gana"...sugerencias? Alguien tiene la respuesta? (parece que los grillos tienen la respuesta, porque son los únicos que hacen algún sonido). Ante su evidente falta de participación, pues tendré que decírselos yo (para variar...oye! esa es la idea de tener un blog, verdad? juasjuas).
Cuando Meli se queda sin ideas, les cala sin asco su columna histórica de "El Profeta". La siguiente es la última que se publicó, hace unas tres semanas casi ("El Profeta" se halla en un receso indefinido por razones de fuerza grandota. Gracias). A los que le temen a Voldemort porque es muy malote, los invito a reírse un poco...a los que se consideran sus leales sascuaces (sí, dije sascuaces, no secuaces, juas) pues...me dan ventajita para correr de las maldiciones que seguro querrán lanzarme?
DETRÁS DE LA HISTORIA
A veces lo que brilla es oro leprechaun…
Hoy: Lord Voldemort

Melina Zurita S. (ahora Black también).
Jefa de RavenclawPresidenta de la Asociación para Historiadores y Chismógrafos del Pasado Mágico.
Miembro Honorario de la A.A.C.E.C (Asociación de Amantes de Crucigramas Extra Complicados).
Jefa de Brujas de la Sociedad de Videntes Alternativos - Filial CochabambaCapitana del C.C.C.Q. (Club de Coleccionistas de Cromos de Quidditch).

¿Cuál es el origen del Mal? Muchas leyendas de acuerdo a diferentes tradiciones nos lo dicen, pero nunca se ponen de acuerdo. Lo único realmente cierto es que, desde le principio de la historia humana y mágica, siempre se ha visto los efectos que pueden tener las fuerzas oscuras desencadenadas.
Pero también es cierto que hasta los más “malos malotes” tienen sus manías, más allá de sus impulsos y pensamientos crueles. Tras todos ellos existen historias personales que el mundo, aterrado por sus actos, no conoce, y el mago tenebroso más famoso de todos los tiempos, no es una excepción.
Conocido en los años de su máximo poder como Lord Voldemort (o algunos sobrenombres menos respetuosos como Lord Voldeman, Lord Baldomero y hasta Tío Voldy) nació allá por 1926, hijo de Merope Gaunt, una bruja sangre pura descendiente de Slytherin y fea con F de Foca (para que vean que la sangre pura no sirve para nada útil, ni para ser bonito) y de Tom Riddle, un muggle hijo del dueño del pueblo que era guapo con mayúsculas (oh sí, papita pa’l loro). Que dos personas tan dispares acabaran juntas fue culpa de una dosis de Amortentia como para hacer que un caballo se enamorara de un elefante.
Sin embargo, el “romance” tuvo mal final y Tom abandonó a su esposa embarazada. Desolada y con el corazón partido, Merope tuvo a su hijo en un orfanato muggle y sólo vivió lo suficiente para ponerle un nombre: Tom Marvolo Riddle (no me extraña que quisiera cambiarlo después, es un nombre horrible. Cómo se notaba que no lo querían mucho).
Ya que nadie había ido nunca en busca del pequeño Tom, pasó 11 años en el orfanato muggle. En ese tiempo descubrió sus poderes mágicos y los usaba para asustar o maltratar a sus compañeros (aunque hay que reconocerle que era bastante hábil para no hacerse pescar). A pesar de que la vida era dura, a veces había momentos felices, como cierta ocasión en que llevaron a los huérfanos a ver un espectáculo de ballet en el que se presentaba el famosísimo (al menos entre los muggles) “Lago de los Cisnes”. El pequeño Tom quedó encantado por las delicadas bailarinas y sus maravillosos tutús blancos y rosas, y por muchos años (incluyendo los de su retorno, de acuerdo a los datos proporcionados por algunos de sus seguidores) trató de imitar sus graciosos movimientos ataviado con cualquier falda corta y rosa que encontrara a mano cuando le daban sus ataques artísticos. Eso y sus vinculaciones a sucesos sospechosos e inexplicables le dieron fama de “rarito” entre las gentes del orfanato.
Y un día vino el cambio que marcaría para siempre el destino de Tom y el mundo mágico: ingresó a Hogwarts en septiembre de 1938. De aspecto agradable (para su fortuna, no tenía de su madre más que el nombre raro que le encajó) y gran inteligencia, conquistó a sus profesores y condiscípulos en menos de lo que toma decir “quidditch” (si hubiera sido feo y torpe, otra hubiera sido la historia). Pronto descubrió que su don de hablar pársel, la lengua de las serpientes, no era una mera casualidad (en el orfanato sospechaban que tenía asma y problemas respiratorios provocados por alguna alergia al campo, que cada vez que lo llevaban el niño empezaba a silbar y escupir como poseso) si no un rasgo hereditario de la línea de Slytherin. Por ese tiempo concibió la idea de un día dominar el mundo mágico y someter a los muggles, ser un Señor Tenebroso en toda la regla.
Obviamente, un Mago Oscuro Malo Malote que se respete debe tener un aspecto que haga que todos teman, un tono de voz que hiele de espanto a sus vasallos, una mirada que los congele en su sitio por el horror y, en fin, un carácter que haga que todos salgan huyendo. Por primera vez en su vida, Tom cayó en cuenta de que su aspecto por demás agraciado (dicen por ahí que le bastaba mirar a una chica para que la pobre cayera a sus pies) no favorecían en nada a sus planes de dominación mundial, así que comenzó un sistemático plan para tener el exterior de un digno Señor de las Tinieblas.
Lo primero era arreglar su más que sonrosada piel, por lo que procedió a elaborar una poción aclaradora como la que usaban sus compañeras para cubrir ciertas imperfecciones, pero multiplicada por cien, lo que le dio un aspecto paliducho medio verdoso de zombie mal alimentado, aunque ni de lejos el tenebroso tono que deseaba. Desesperado y asqueado tuvo que recurrir a conjurar grandes bidones de lejía y lavandina (debía estar realmente desesperado para usar productos muggles de limpieza, pero el fin justifica los medios, hasta para un Señor Tenebroso) y usarlos para darse largos remojones en el baño de prefectos. Al principio sólo logró ponerse la piel como un camarón escaldado, pero años manteniendo el tratamiento (y algunos horcruxes de por medio, por las dudas) le dieron al fin la piel tenebrosamente pálida que ansiaba.
Los ojos y la voz fueron sujetos a muchos experimentos y prácticas encerrado en su cuarto o en aula vacías de Hogwarts. No pudo obtener el atemorizante y vacío negro que deseaba para sus ojos, pero el rojo lo satisfizo casi del todo. Con la voz no pudo tener tanta suerte porque un hechizo mal hecho le dejó una especie de lamento de gato ahorcado que no pudo revertir nunca del todo: hasta el fin de sus días le quedó un tono chillón que le irritaba los nervios a todo el mundo, hasta a él mismo.
Al abandonar Hogwarts, tras 7 años de entrenamiento mágico, quiso enseñar en la escuela (auque pocos lo supieron entonces) pero lo rechazaron porque era “muy joven” (una manera amable de decir “eres un crío, lárgate”). Acabó trabajando en Borgin y Burkes, una tienducha reconocida por comerciar con objetos valiosos, antiguos y, muchas veces, tenebrosos. El puesto no era nada interesante, pero le permitió a Tom rastrear una reliquia de su familia materna, el medallón de Slytherin, además del único objeto personal que quedaba de Helga Hufflepuff. Logró hacerse con ambos objetos por medios muy bajos (envenenar a una viejita medio pirada es un recurso de mujerzuelas) y desapareció por largos años de la sociedad mágica.
De esa época sólo se sabe que había creado otros horcruxes, y anduvo en malas compañías (peores que las mujerzuelas). Cuando reapareció, 10 años después, ya tenía un grupo de seguidores que se llamaban a sí mismos “mortífagos” (dicen que el nombre lo echaron a suertes y que la primera opción era “Caballeros de Walpurgis”, pero a Voldemort el nombre le dio tal ataque de risa histérica que decidieron cambiarlo) y un aspecto más cercano al que consideraba digno de un futuro dominador mundial (dicen que se levantaba cada día, se miraba al espejo y decía: “aún me veo muy bonito…”). Entonces ya se hacía llamar Voldemort por todos, y solicitó nuevamente empleo en Hogwarts. Dumbledore, ya director, le negó el puesto y Voldemort agarró tal pataleta que le echó una maldición (al cargo, no a Dumbledore) para que nadie pudiera ocuparlo por más de un año lectivo.
Desde entonces se dejó de medias tintas y se hizo cargo del rol que había creado para sí mismo como Señor Tenebroso (con la pinta y todo). Mantuvo al Mundo Mágico en caos y alerta máxima por años debido a los ataques de sus mortífagos, y al Mundo Muggle con la sospecha de que algo gordo e inexplicable estaba pasando: los puentes se caían de la nada, tornados pasaban sin ningún aviso, edificios y calles enteras ardían o se derrumbaban sin motivos aparentes (muchos de los ataques a la comunidad muggle por aquellos años fueron realizados como parte de maniobras para tapar los saqueos de lejía y lavandina en los supermercados y demás centros de abasto).
Pero los años de terror llegaron a su fin cuando, al intentar asesinar al pequeño Harry Potter, la maldición rebotó contra él, expulsándolo de su cuerpo y condenándolo a una existencia cuasi fantasmal (años después alegó que se “había olvidado” del posible contrahechizo, y la verdad es que para ser un Lord Malvado, era bastante desmemoriado). Derrotado y débil se escondió en los bosques de Albania por 12 años, esperando que algún mortífago viniera a restaurarlo (como no tenía nada que hacer, jugaba a asustar a los que pasaban por el bosque haciendo ruidos raros y quejidos de ultratumba).
Al fin, su deseo de vio cumplido y pudo retornar a un cuerpo débil al principio, y después fuerte y “glorioso” (vamos, que era flacote, todo blancuzco y con una cara aplastada como si se hubiera chocado contra una pared) con la ayuda de Peter Pettigrew. Nuevamente comenzó una época oscura para el Mundo Mágico, llena de asesinatos y desapariciones.
Esta vez, había algunas cosas distintas: el poder de Voldemort se había extendido hasta el Ministerio y su control era casi total, con muy pocos frentes de resistencia a su poder; y, por otro lado, al fin tenía la pinta de mago oscuro que siempre había deseado y sin necesidad de más asaltos al mundo muggle por lejía! Sin duda, eran los momentos más felices de su larga vida.
Pero todo lo bueno tiene su fin, y el fin de Voldemort llegó un “aciago” 3 de mayo de 1998 (aciago para él, los demás ya no lo aguantábamos). Al final de una batalla que, por un momento de glorioso regocijo, creyó definitivamente ganada, descubrió que nada es completamente certero en este mundo, ni siquiera un buen Avada Kedavra lanzado con todo el poder de un hígado malvado. Y es que en la vida de Voldemort, Tom Riddle, Tío Voldy o como quieran llamarle, nada había más temible que un buen rebote.

2 comentarios:

Buscando la hora 25 dijo...

Vamos hasta el mil... O como diría Buzz Lightyear "al infinito y más allá", je je je, ya vamos llegando.
Y sobre el querido tío Voldy creo que no se puede decir mucho más que lo ya se ha dicho.

Meli dijo...

Al Mil!! jajaja...no creo que llegue a una cifra tan respetable, a lo mejor al 200, pero si llego al mil haré fiesta virtual con bombo y sonaja