viernes, 30 de octubre de 2009

En la puerta de la casa

Justo salimos del ensayo de coro con Nath y nos pusimos a hablar sobre sentirse jóvenes y las cosas que nos hacían sentir de vuelta a nuestros años mozos y esas cosas, y resulta que cuando llego a mi casa, o más bien a la puerta de mi casa, me encuentro con una escena muy "juvenil".
Mi querida hermanita (una de ellas, no pregunten cual) estaba muy ocupada intercambiando baba con su chico. Tan ocupada que ni se dieron cuenta cuando me paré al lado de su auto, ni cuando me reí, ni cuando toqué el timbre, ni cuando me volví a reír...Cayeron en cuenta que tenían público cuando el vecino entró la pasaje en su camioneta.
¡Oh, el amor joven! Me recordó ese viejo adaggio que solíamos repetir en colegio: Nunca te beses a la puerta de tu casa, porque el amor es ciego, el amor es sordo...pero tu papá no (y tu hermana mayor tampoco).

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