sábado, 25 de julio de 2009

Mi gozo salió del pozo

Si no leyeron el post anterior, probablemente no entiendan por qué usé ese título, así que les invito cordialmente a leerlo. ¿Ya lo hicieron? Entonces ahora sí puedo decir que hoy fue un gran día y mi gozo, recién salido de su remojón en el pozo, campea feliz y a sus anchas.
Los sábados por la mañana no suelo despertarme de buen humor (de hecho, casi nunca me despierto de bune humor, sea el día que sea), y hoy no fue la excepción, y es que te levanten diciendo que tienes que meter la ropa a la lavadora no es como para hacer feliz a nadie, verdad? Pero bueh, después de eso todo fue sobre ruedas, incluso contando con la cámara fatográfica que no se descargaba, el almuerzo hecho a las carreras y mi hermana atrasándose horas de horas en alistarse para ir al Club.
La parte buena comenzó cuando conseguimos (y no gracias a mí precisamente, soy un asco negociando con mis papás) el permiso para hacer la fiesta del Aniversario del Club en casa (va a ser la primera fiesta que me dejen hacer en mis 23 años de vida, me muero de emoción). Después de eso, pasamos una agradable tarde en el Club (a pesar de las puertas cerradas del Botánico que nos obligaron a los grandes a darnos la vuelta entera para entrar por la otra puerta, y a los chiquitos a colarse por la verja) discutiendo sobre la fecha de la fiesta (gracias a Dios y a los Padres de la Patria que por esas fechas empiezan los feriados nacionales), jugando pelota quemada (su servidora es un desastre porque más ríe que otra cosa) y caminando hacia el Cine Center mientras jugamos al Hombre de Palo (que últimamente también es el Hombre Goma, de Látex, de Vaselina, de Piedra y de miles de cosas más).
Mientras comíamos papas fritas con queso jugábamos con una piedra que mi hermana y dos de las chicas llevaron pateando por el camino (las pobres no tuvieron juguetes cuando eran chiquitas) y después no fuimos a tomar api (deliciosa mazamorra de maíz morado, si no la probaron su vida carece de sentido) con pasteles. Ya en casita estuvimos un cacho en la compu y después llegó mi buena amiga María para jugar a 60 segundos.
Hace mucho que no la veía, al menos no un buen rato como hoy, y estuvimos dos horas ahí riendo como descosidas mientras derrotábamos por poco a mi sufrido novio que jugó en equipo con mi hermanita Ara. Y para redondear la noche, acabo de superar mi record en el Bricks Breaking en Facebook.
¿Qué más le puedo pedir a la vida? (Aparte de trabajo, claro). Esas cosas chiquitas, y que a algunos les pueden parecer hasta absurdas, son las que me hacen feliz. Mañana a lo mejor reniegue, o me vaya mal en la clase de blasfemias...eh, Catequesis, eso...o yo qué sé, pero hoy no me quejo.

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