jueves, 28 de octubre de 2010

¡Qué clasicazos!

Tras un largo día para planear ritos de invocación de demonios, grabar vocecitas y jugar con los efectos del Audacity hasta encontrar el correcto, y después ver un largo monólogo sobre los padres y demás generaciones que me dejó con las mejillas adormecidas de tanto reír; después de todo eso, no hay nada mejor que unas cuantas canciones de Disney para subir la moral.
Hay algunas de películas de Disney que no tolero por nada (como Dumbo), otras son tan clásicas que hay que verlas y gustan hasta por ahí (como Blancanieves), y algunas son tan, tan, pero tan buenas que las ves hasta que tu mamá te considera loca y puedes repetir cada diálogo (lo que no mejora la opinión de tu madre sobre tu cordura). La cosa es que el amigo Víctor me trajo muchas, muchas de esas canciones, entre la que se encuentra una de mis favoritas de todos los tiempos. Con ustedes, Mulán!



Ah! reconfortante, eh? Con suerte, después de Halloween haremos en mi casa una maratónica de películas de Disney. Nada como los buenos clásicos.

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