jueves, 17 de marzo de 2011

Vuelve la mula al trigo

O más bien, a hablar de los coros otra vez. Estamos con algunos problemillas en el Requiem de Mozart, el peor de los cuales es que las sopranos estamos desapareciendo. De momento, seguimos 4 en la cuerda, pero en las otras voces hay por lo menos 6 y, en algunos casos, hasta 8. Ya nos lo dijeron: "¿Ustedes son todas las sopranos? Qué mal..."
Se supone que este sábado llega el director de La Paz, pero con algo de suerte tal vez no tengamos ensayo, por eso de que es el día del Padre y esas cosas (y cumpleaños de algunas niñas, entre las que está mi hermana y la hija de la anfitriona de los ensayos). Esperemos que la Fuerza nos acompañe (la vamos a necesitar, al menos las sopranos).
El de Verdi, por otra parte, parece que marcha no más. Creo que lo peor esos ensayos no es tanto el nivel de la gente (que no tengo derecho a criticar) si no la asistencia de los fetitos del Laredo que, al parecer, no conocen el concepto de "silencio respetuoso", ni siquiera el simple "silencio" les entra. No saben callarse, no paran de hablar, cuando se canta están en otro lado o se ponen a solfear fuerte cuando otra voz está ensayando. Si quieren que los pegue (y las pegue) no podía buscar un mejor "modus operandi". Sospecho que están esperando que alguien se de la vuelta y los mande a callar, pero como nadie lo hace siguen y siguen.
¿Qué podemos hacer más que tratar de llegar al concierto sin derramar sangre? Por algún motivo, empiezo a preferir los coros pequeños.

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