viernes, 23 de julio de 2010

¿Descreída o mujer práctica?

Hoy es el "Día de a Amistad" acá en mi Bolivia. Lo cierto, es que sólo es una patética estrategia comercial para que la gente enloquezca comprando tarjetas con mensajes cursis para regalar a sus amigos.
Díganme cínica, decreída, o mala onda, porque soy todo eso y más. A mí nadie me hará comprar (más) tarjetas. En colegio lo hacía y con marcadas elecciones: daba tarjetas a las que consideraba verdaderas amigas (o sea, contadas con los dedos de una mano) y, la mayoría de las veces, hechas por mí misma en un pedazo de papel (no necesariamente bonito, mi sentido del detalle no llegaba a tanto).
¿Por qué tanta mala leche? Porque sabía perfectamente que la mitad del curso (acá y en Sucre) me odiaba con todo el poder de su hígado, a la otra mitad le parecía ligeramente detestable. Siendo así la cosa ¿por qué debía esforzarme por personas que no me apreciaban y a las que no me sentía especialmente dispuesta a agradar?
Lo realmente irónico del día, al menos en el colegio, era que recibía muchísimas más tarjetas de las que regalaba, de las mismas personas a las que sabía que no les caía bien, y todas con frases de compromiso o muy neutrales, de esas que compras, justamente, para todas las que desprecias. He ahí mi punto: comprar paquetes enteros, por el puro gusto de comprar, y regalar tarjetas que no significan nada.
Juro que no pensaba escribir una entrada tan amargada, pero ¿qué quieren? me dan cuerda y no paro. Sólo me quda decir, Feliz Día de la Tarjeta a todos.

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