Día agotador

Y eso fue verdaderamente, no por muchas cosas por hacer sino por como había que hacerlas. Veamos, en la mañana se me ocurrió que ya que estaba ahí elucubrando sobre la inmortalidad del canguro y otros marsupiales, pues podría aprovechar para acabar de guardar las cajas de los adornos de Navidad que estaban a medio empaquetar desde el domingo.

Mala idea: nadie más estaba de humor de ayudar y acabé haciendo gala de mis dudosas fuerzas y mi ultimamente poco confiable sentido del equilibrio para desarmar el árbol (que resultó ser más pesado de lo que parece)y bajar dos cajas grandotas al sótano...Al final mi mamá se apiadó de mí y me ayudó a embolsar el árbol, pero de todas formas acabé llena de arañazos en los brazos y tierra de dudosa procedencia.

Después de una relajante ducha y una pila de platos para lavar, recordé que tenía que lavar mi ropa, y después recordé que, por esa estúpida fuga en paradero desconocido en algún sitio en las cañerías hacia la parte atrás de mi casa, pues no se puede usar la lavadora. Así que, en un heroico y valiente impulso, decidí agarrar y lavar mi ropa a mano, en la tina de mi baño (es que acarrear agua a la lavandería que también está atrás, pues me daba pereza).

Mala idea: acabé con la espalda y los brazos acalambrados por la mala posición (lo bueno: mi ropita está limpita y perfumada). Me parece que lavar ropa en el río es más sencillo...el problema es que el río cercano tampoco me parece de confianza, prefiero el agua de la tina, gracias.

Conclusión: nada de decisiones estúpidas hasta la siguiente semana.