Una cena que termina en sangre y muerte...

Para festejar que mi hermana Lili aprobó el examen de ingreso a la U, hoy en la noche mi sufrido novio nos invitó a mí y a mis hermanas (las que siguen en casa) a comer una pizza. Salimos pues, alegremente (la la la la...juas), llegamos al boliche, hicimos el pedido y, después de una razonable espera, llegó nuestra super pizza de pollo y maíz y tropical (es que nos encanta comer el postre y la comida todo en uno, como dice mi cuñado...).

Ahí estabamos, pues, disfrutando la pizza cuando, no sé de cómo, mi hermana Tef se puso a contarnos sus bizarras aventuras en Anfiteatro para su materia de Anatomía en Medicina. que revolver un turril sospechoso de formol con una pierna en cortada en busca de un hígado no tan podrido, que cortar todos los nervios de un cerebro para sacarlo del cráneo y después usarlo de sombrero, que comer helados o tomar una soda "estúpidamente fría" al lado de un cadáver que llegó con su reloj, que pintarle las uñas al preparado de una pierna porque no quedaba más que hacerle, que cortar la grasa mientras le chorreaba no sé que líquido sospechoso...no pues, colección de historias retorcidas.

Y va mi sufrido novio y le da cuerda hablándole de documentales de operaciones y milagros médicos y museos con cuerpos transparentes en Alemania o dónde quiera que fuera. Terminaron hablando de minas personales y cómo les da hambre cada vez que ven películas sangrientas...

No suelo ser melindrosa, pero las cosas de ese estilo son superiores a mis fuerzas (o a mi capacidad de ignorar al mundo), aunque en medio de mi asco, acababa riendo como una descosida, y es que mi hermana tiene una forma muy graciosa de contar las cosas. ¡Y pensar qué un mi test vocacional me salió que debería estudiar Medicina! ¡A mí, que le tengo asco a la carne cruda!

Por eso digo que los psicólogos no sirven...